martes, diciembre 19, 2006

La mejor hallaca

Dicen que "la mejor hallaca es la de mi mamá" y eso tiene una explicación. La hallaca, aparte de ser un plato delicioso, complejo y único, tiene un par valiosísimos ingredientes: el ritual de su preparación y la emoción de compartir. Aunque la vida moderna atenta contra la tradición, hacer hallacas es una de las cosas más ricas que hay.


Cuando estaba pequeña, las hallacas de mi casa las hacían las tías Moreno. Eran unas tías de mi abuelo que vivieron casi tanto como Matusalén y siempre hicieron hallacas para todos. Pero cuando murieron, a mi mamá no le quedó otro remedio que aprender a preparalas y enseñarnos a nosotras.


Tenemos miles de historias alrededor de la preparación de las hallacas, rituales que nos hemos inventado y hasta cargos oficiales. Por ejemplo, los novios o pretendientes nuevos que quieren entrar al clan, tienen que hacer hallacas. A los pequeños les toca poner adornos, Cuando tienen dos o tres años, ya pueden poner las aceitunas. Siempre hay quien sirva trago, ponga música y prepare una buena sopa para los cocineros.


Ahora que vivo lejos de mi familia, he trasladado la tradición a mis amigos. Así que el fin de semana de las hallacas hacemos un ventetú de lo más sabroso que termina en un buen relajo con las hallacas más ricas de Miami. Este año participaron Mayela y Jose, Alexandra, Betsabé, Lotti, Bertha, Gaby y Franklin, Domingo, Pocho y yo. Este año Gaby y el Loro estaban en Venezuela y Vicky tuvo que trabajar. Eso si, llegó justo a la hora de probar la primera tanda.