domingo, febrero 05, 2006

Entre dos mundos

Vivir en Miami es como vivir en dos mundos a la vez (¿o tres o cuatro...?). A veces te sientes en casa, otras sientes el extranjero profundo. Normalmente pasas del mundo latino al gringo, pero otras veces se mezclan.
Anoche fuimos a ver Julio Bocca y su espectáculo Bocca Tango. Fue una de esas típicas veladas caraqueñas que solíamos tener. Eduardo tenía entradas extras, nos avisó e hicimos un grupo de diez: Betsabé, su hijo Federico, Tato, Yismar, Eduardo, Mercedes, Antonieta, Renato, Pocho y yo. Nos vestimos lindo (algo poco frecuente en una ciudad tan playera, aunque no vivas tan cerca del mar) y nos fuimos el Jackie Gleason en South Beach. El teatro estaba lleno de una mezcla de argentinos, otros latinos, norteamericanos, alguno que otros acentos e idiomas. Es una lástima que no llevara la cámara, porque realmente estábamos lindos y felices. El espectáculo fue una belleza. Tanto la música como el baile era una mezcla entre lo clásico y lo moderno. Ballet y tango clásico con danza contemporánea, tangos de Gardel y Lapera con otros de Astor Piazzola. Además, Julio Bocca no nos defraudó. Parece que el hecho de que le quede un poco menos de dos años para su retiro de los escenarios, le añade intensidad a sus presentaciones. En fin, a pesar de que pasamos unas horas fantásticas que agradecimos infinidad de veces a Eduardo, en realidad no es mi intensión hacer una crítica artística. El asunto es que todos regresamos por un rato a nuestro sentimiento latino, rodeados de amigos que nos recuerdan que somos una colonia, que tenemos una historia antes de y disfrutamos de esos pequeños encuentros en los que parece que hablaramos en clave. Después de la función fuimos a celebrar que a Betsabé le dieron el asilo, y aunque tenía en mente un vinito, terminamos en una heladería tomando chocolate claiente y comiendo helados.
Hoy era uno de esos días sagrados en el calendario gringo. Se celebraba uno de los eventos más tradicionales de esta gran y civilizada nación: el Super Bowl. La verdad es que como deporte no me interesa en lo absoluto. Por más que me lo expliquen no le encuentro emoción a un grupo de forzudos, todos feos (creo que es una de las reglas del juego que tiene muy honradas excepciones), dándose golpes y brincando uno sobre otro hasta que alguien logra escapar de la pila con la pelota (que no es redonda) y llega hasta la meta para anotar un gol. Pero lo que más me desconcierta es la cantidad de estrategias que trazan para hacer lo mismo. Lo que si me fascina es el significado del Super Bowl para la sociedad norteamericana y, como buenaa venezolana, me encanta el carácter festivo que tiene. Es rico ver a la gente preparándose, lo cual muchas veces incluye la compra de un televisor nuevo, la expectativa de la gente por las cuñas que van a presentar que supuestamente son las mejores del año y pagan desde 2 millones y medio de dólares por cada 30 segundos, y por supuesto, la presentación de la mitad de tiempo que este año estuvo a cargo de los Rolling Stones. Por eso no me pierdo el tradicional BBQ en casa de Pongy, un amigo puertorriqueño a quien llamamos cariñosamente El Portorro, fanático del Fútbol Americano y de las rumbas. Así que todos los años monta un proyector y una pantalla de cine en el jardín de su casa y pone la parrillera a funcionar por todo el tiempo que dura el juego. Para asistir basta con recibir una invitación de su parte y llevar un six pack de cerveza o simplemente que alguien te pase el dato (no le importa recibir a completos desconocidos mientras sean panas y lleven su six pack). Como es de esperarse en una ciudad tan mezclada, no era la única que no entendía un carajo, pero todo el mundo disfrutó del evento. Por cierto, creo que ganó Pittsburgh y creo que perdieron los de Seattle. Igual, seguro que durante un mes estarán hablando del tema en todos lo medios, aunque este año nadie enseñó la teta en el medio tiempo como los hizo hace dos años Janet Jackson. De eso si tengo fotos.

El gentío alrededor de la parrillera. Entre ellos dos conocidos puertorriqueños, el ex menudo Johnny y el actor Oswaldo Ríos










Con el anfitrión y Olga, otra gran amiga boricua










Gustavo, Gaby y Olga












Con Mercedes, Gustavo y Olga