El que mucho se despide
Dicen que el que mucho se despide, pocas ganas tiene de irse. Esa debe ser la razón por la que hemos pasado por una especie de maratón, o lo que en criollo llamaríamos, despedida de borracho. A pesar de las diferencias de edad, procedencia, carácter e historia; hemos disfrutado mucho de la compañía de cada uno y el no vernos más a diario deja como un huequito en el alma que sólo nos queda llenarlo de recuerdos.
El último día empezó en Telemundo donde nos dieron un tour por los diferentes estudios y áreas de producción y post producción. La idea era compartir con los diferentes equipos que tiene que manejar los libretos y cómo se traducen para ellos las indicaciones que se hacen.
A pesar de que para mi y para varios del grupo, la producción no es algo nuevo, sigue siendo interesante desglosar el proceso, especialmente porque cada producción es única, cada equipo es único y es la primera vez que me visualizo del otro lado de barrera.
Después nos fuimos a almorzar. Se suponía que debíamos ir en caravana, pero realmente aquello parecía un rally, "The Amazing Race", latino. Todos persiguiendo a Susana. Lo mejor es que a nadie se le ocurrió llevar la dirección del restaurant o siquiera el nombre, pero al final, llegamos.
El sitio se llama Bucca di Beppo y es un lugar de lo más original. Absolutamente Kitsch, tiene alrededor de 3,500 fotos por supuesto de italianos, cualquier cantidad de estatuas, entre miles de detalles. Los anfitriones nos dieron un tour por la cocina y nos contaron un poco sobre la historia de este ¨sótano".
Un grupo de lo más rico compuesto por profesores, estudiantes, estudiantes del año pasado que se han integrado al grupo y hasta el vice presidente ejecutivo de programación del canal; compartimos el "Último Almuerzo" condimentado de chistes, anécdotas, revelaciones y demás yerbas aromáticas.
Luego, el petit comité se vino a mi casa. No porque fuera un grupo excluyente, sino porque era el de los más resistentes (y ociosos). Para entonces, algunos ya habíamos tomado alguito y otros de repente como que nos alcanzaron y casi se caen en la piscina. Cuento el pecado pero no el pecador, para que después no diga.
Anoche continuamos con la rumba. Nos juntamos en casa de Rosa y Montse para despedir el anexo donde vivieron durante este tiempo.
Entre juegos, bailes (por cortesía de Adriano) y la sangría (cortesía de Rosa), pasamos bárbaro.
Dicen que al final terminaron hasta repartiendo los cachachás de la casa.
Ahora nos toca fajarnos a terminar los portafolios para entregarlos a tiempo y lo mejor posible y esperar con ansias los resultados de las evaluaciones, pero con una arruguita inevitable en el corazón, porque sabemos que ya no nos veremos todos otra vez. De todas maneras, fue un gran placer.
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