Semana cumpleañera

Y llegué a los 42... Mi papá dirá que parece que fue ayer y todavía me trata como a una niñita. Claro, no es tanto por la edad que yo tenga sino porque él siempre tiene 24 más que yo y no le gusta recordar eso.

Este año la verdad la pasé muy bien. Todo el día recibí llamadas y mensajes de todas partes. Mi familia, amigos de la infancia, amigos de la universidad, los del taller, los panas de Miami, compañeros de trabajo de Venezuela... en fin, me dio muhca alegría saber que tanta gente se acordó de mi. Me hicieron sentir que realmente soy una persona afortunada y aproveché de dar las gracias por eso.

Aunque pasé un día bastante ocupada entre trabajo, tareas y clases, al final uno siempre encuentra un ratico para brindar. Así que nos fuimos a casa de Antonieta que había comprado una torta y ahí me tomé los primeros vinitos. La pasamos rico, tranquilitos, hablando pajita.

Pero llegó el viernes y... ay señores. El viernes si nos soltamos el moño. Yo llegué un poco tarde a mi casa, pero apenas llegó el primer grupo, me ayudaron a preparar la comida. Arepitas, caraotas refritas, reina pepeada, casabe, cachapas, queso blanco... En menos de lo que canta un gallo teníamos la comida en la mesa y todos listos para la rumba.


La primera en dar el paso fue Rosa que montó su tinglado de cartomancia. Se robó el show una vez más con su sangría y su tarot. Los primeros clientes fueron Rino, mejor conocido en los bajos fondos como Rafucho el maracucho y su esposa Yelitza.



Este par no sé que se trae entre las manos (aparte de la mano del otro). Lo cierto es que llegaron juntos, muertos de las risas y sin dar explicaciones. Pero además, después los capturamos así.



No podían faltar mis fieles compañeros de la universidad. Con Tato, Yismar, Betsabé y Eduardo.


Y por supuesto, tampoco podía faltar la clásica foto de las tres amigas: Betsabé, Julie y yo.

Esta foto con mis compañeros de clases de ahora, nos la tomamos antes de perder la compostura. Estábamos tratando de dejar un recuerdo de cómo nos veíamos antes de la tercera copa. Aquí salgo con Héctor, Diego, Lina, Ana María y Max. Si se fijan bien en la cara de Max, se podrán dar cuenta de que a esa hora ya estaba tramando algo. ¿Qué sería...?

Horas después, Rosa seguía con las cartas. Gaby no aguantaba las risas (así sería lo que le predijeron) y Érika, no podía parar. Preguntó hasta por la mamá de tarzán.


Mientras los que esperaban su turno, chismeaban para aplacar la ansiedad y para no perder la costumbre. Ahí esperaban escuchar "next"

Y en esta esquina, Montse, Diego, Lina y Héctor, ya iban por la ronda política y de la nostalgia de sus países. A ver si sale un tour.

El trío de los músicos pasó casi toda la noche jugando con el estudio nuevo, así que cuando se dieron cuenta de que casi se quedan sin parrilla, decidieron sentarse al lado de la parrillera hasta el final de la carne.


Y como lo predije, ya llega un momento en que ni la cámara enfoca.



Esta foto forma parte de la presentación de mi trabajo final para el curso. Porque nos pusimos a ver, no está mal cubrirse las espaldas y si no me dan trabajo de escritora, a lo mejor Roberto me da un chance como actriz en Decisiones.




Lamentablemente no nos dio tiempo de hacer la paella, pero quien sabe... tenemos los ingredientes y la semana no ha terminado aún.