martes, mayo 22, 2007

Vacaciones en Miami


Pocho y yo durante años, mantuvimos la costumbre de viajar todos los años por vacaciones. Pero además de las vacaciones familiares, siempre nos tomábamos al menos 4 ó 5 días solos sin las niñas para ir algún lado. Por muchos años, Nueva York fue nuestro sitios de escape y en pocos días fuera de casa, recargábamos las baterías para volver a empezar.

Sin embargo, desde que nos vinimos a Miami, cada vez que tomamos vacaciones nos vamos a Venezuela a visitar a la familia y por supuesto, llegamos a la casa de alguien. Ya estábamos extrañando los viajes, pero sobre todo, los hoteles. Hay gente que le gusta dormir todas la noches en su cama, con su almohada, tener su baño, pero para mí, no hay nada más rico que un hotel. El llegar a una habitación nueva para mi, con una cama deliciosa, sin rastros de vida cotidiana, con la posibilidad de pedir que te lleven la comida al cuarto, es simplemente una delicia. Era tanto la añoranza que decidí tomar vacaciones en mi propia ciudad.

El sábado le pedía Pocho que me acompañara a hacer una diligencia y mientras se bañaba metí un bolso en la maleta del carro con las cosas básicas para un fin de semana y le di la sorpresa. Nos pasamos el fin de semana en el Mandarín Oriental. Una ricura de hotel, con detalles de lujo y confort de los que no se encuentran en cualquier parte y con una vista de Brickell impresionante. Un gustazo para compensar el trabajo diario, pero sobre todo para sacarnos el gusto de vacacionar.

Además de relajarnos, nos dimos cuenta de que cuando uno vive en una ciudad, por más turística que sea, termina pareciendo ordinaria, pero si uno quiere, de vez en cuando se puede cambiar la mirada y recorrerla como si no vivieras en ella. Nos hemos propuesto como tarea redescubrirla como si estuvieramos de vacaciones en Miami.