jueves, abril 27, 2006

Familia de locos


Los locos Adams se quedaron pendejos. Resulta que Phoebe, nuestra perra, a veces actúa como sino se ha dado cuenta que ellas es perro, pero lo peor es que casi siempre es a nosotros que se nos olvida.

A Phoebe, como perra al fin, le encanta pasar horas en el jardín cazando mariqueras. Además pasa ratos inmóvil esperando a que aparezca alguna lagartija. Pocho la llama la "guachimana", cuando se sienta como hipnotizada y sólo mueve las orejas a medida de que suena algo que a veces nosotros no escuchamos. Entonces nosotros también nos quedamos bobos viéndola y riéndonos de ella.

Normalmente ella nos busca y nos avisa con la pata que quiere salir y casi siempre es que anda por ahí algún animalito. Con cada uno tiene una relación particular. Por ejemplo, con Coco, el perro de al lado, la pelea es a diente pelao. Se ladran a través de las rejas y ninguno de los dos se cansa. Entonces me ven a mi llamándola: "Phoebe, ven acá carajo deja al cubanito tranquilo que tú no eres ninguna perra de vecindad para andar ladrando como una loca por ahí" ¿Quién es la loca?.

Con las lagartijas es una vaina seria, porque las corretea hasta que las alcanza y en algunas ocasiones las trae en la boca como trofeos... muertas. A Gabriela le da un ataque. Si ella es vegetariana porque "pobrecitos los animales", imagínense eso: "Phoebe, mala, eso es un asesinato" y la pobre nos ve tratando de entender a que se debe tanto alboroto. Lo máximo fue el día en que yo estaba cocinando y empieza la correteadera de Phoebe, cuando de repente veo que la lagartija acorralada se lanza a la piscina. Yo no podía dejar de batir los huevos y llamo a mi mamá: "Mamá, la lagartija se cayó en el agua", mi mamá se asoma y ve que la pobre no puede salir, sale corriendo a buscar la red y trata de pescarla hasta que por fin, logra sacarla. Pero era demasiado tarde, la pobre lagartija se había ahogado. Otra vez, la Phoebe se llevó su regaño.

Con el rabipelado el asunto es de respeto. Ahí si es verdad que es vigilante. El bicho pasa por la cerca y la tipa lo mira fijo como diciéndole ¨ni se te ocurra entrar a la casa" y hasta que no se va, ella no se mueve. Esta operación puede durar hasta 15 minutos de inmovilidad de ambas partes. La otra noche llegamos Pocho y yo y la encontramos en pleno rollo. Prendimos la luz para ver y el rabipelado nos veía, la veía a ella y seguía parado en la cerca. Pocho llamaba a Phoebe pero ella no volteaba, lo más que hacía era mover la cola como diciendo "ya te oí, pero déjame en paz". Al rato el rabipelado se dio por vencido y Phoebe volteó y vino a saludarnos.

Ahora, con la ardilla todo era bello. Pocho le abría la puerta del jardín y le decía "Phoebe, ¿dónde está la ardilla?" y ella corría a pararse frente al arbol por donde la ardilla baja todas las mañana. La ardilla viene, baja del árbol hasta la cerca y Phoebe se emociona toda, mueve la cola y sale corriendo a sentarse en la pata del árbol. Siempre pensamos que era su mejor amiga hasta hace unos días cuando la ardilla bajó hasta la jardinera y veo a Phoebe pegada de la puerta del jardín moviendo la cola y buscándome para que le abriera. De lo más emocionada le pido a Pocho que le abra la puerta para que la perra vaya a jugar con la ardilla y cuando le abre sale mandada a perseguir al pobre animalito. No sé como hizo pero venía picando caucho en las esquinas y Phoebe atrás. Pocho y yo pegando gritos para que parara y nada. Por fin la ardilla encontró una escalera que tenemos con matas por la que escaló justo a tiempo y se fue. Los gritos despavoridos nuestros eran de manicomio y el regaño fue de quinto patio. Entonces ella se fue al rincón de la mesa y nos torcía los ojos como ofendida por el regaño.

Cuando por fin le levantamos el castigo, me encuentro hablando con Phoebe como si fuera una niña: "Coño Phoebe, eso no se hace, ¡que pena con la pobre ardilla!. Así te vas a quedar sin amigos. Lo peor es que va a creer que se lo hicimos a propósito, que te abrí la puerta para que te la comieras. Eso no puede ser, a mi no me hagas pasar penas así. ¿Cómo le explico yo a la ardilla que yo pensaba que tu ibas a jugar con ella como una niña decente? Ahora olvídate que no te va a visitar más". Pasaron como 10 minutos antes de que me diera cuenta de lo absurdo de la escena y de mi razonamiento. Sobre todo porque yo lo estaba diciendo con toda la sinceridad del caso.

La verdad es que no sé quién esta peor, si la perra que cree que es hija nuestra o nosotros que la tratamos como si fuera una niña, pero de que ésta es familia de locos, es familia de locos