domingo, agosto 20, 2006

¡Sorpresa!

Olga llegó a Miami como una semana después que yo. Era mi vecina de enfrente. Enseguida empezamos a intercambiar saludos en la calle, después conversaciones sobres los respectivos perros, sobre el condominio, sobre los vecinos, la inmortalidad del cangrejo... hasta que nos hicimos amigas. Ella es de las que habla con todo el que le pasa por enfrente, se ríe de todo, disfruta todo, hace bromas sobre todo. Así que mi primera impresión fue que esa boricua estaba loca de metra.
A Gustavo lo conocí en nuestro negocio. Siempre iba a comer y casi siempre andaba con la cara amarrada. Pero luego me di cuenta que la seriedad era pura apariencia. Ese maracucho también estaba loco.
Un día Olga y Gustavo se empataron, se mudaron juntos, tuvieron un bebé y unos meses después nos invitaron al bautizo de Eduardo Alejandro. Sin embargo, en medio de la celebración, de repente Olga va al baño y nadie lo nota, sacan los regalos del bebé de la mesa, la música de bailar se convierte en la marcha nupcial y sale Olga vestida de novia. Sin que nadie se lo esperara, se casaron. Las caras de la gente, la llamadera por teléfono para echar el chisme a los que no habían llegado, las risas y los comentarios llenaron el salón de fiesta por horas. Como siempre, gozamos una y parte de la otra en la fiesta y quedó probada mi teoría: Olga y Gustavo son un par de locos.
Lástima que esta vez no llevé la cámara. Tendré que esperar a ver si alguien me manda fotos.
¡Felicidades, se merecen lo mejor del mundo!!!