viernes, mayo 12, 2006

Sumito en Miami


Sumito Estévez, "El Chef" del momento, vino a Miami para dar una charla y servir de jurado en un concurso en el marco de la feria de alimentos, Fispal y yo no me iba a pelar esa. Pero no sólo porque soy su fan número 1, sino porque además somos panas desde tiempos prehistóricos y como casi nunca nos vemos, aproveché la oportunidad.

A mediodía dio una charla dirigida mayormente a estudiantes de cocina y a uno que otro asomado que estábamos ahí. Fue divertido porque uno está acostumbrado a escucharlo hablar con su acento venezolano sifrino, todo apuradito y apasionado y tuvo que hacer la charla en inglés. Así que le tocó hacerlo más pausado. Eso sí, con sus gestos y el mismo gusto de siempre. Luego sirvió de jurado en un concurso en el que el ganador se llevaba una beca de 5 mil $. Nada despreciable.

En la noche Pocho y yo lo pasamos buscando por el hotel y lo llevamos a comer a un restaurant de parrillas argentina. Nos habían hablado muy bien del sitio y a pesar de que no es de alta cocina, como él es carnívoro, decidimos llevarlo por el camino de la perdición. Llegamos a The Knife muertos de hambre y tuvimos que esperar como media hora. Veíamos aquellas parrilleras inmensas llenas de todo tipo de corte de carne y una mesa de ensaldas. Era unos de esos sitios "all you can eat" que incluye una botella de vino por persona, postre y café. Por fin llegó el momento de la mesa, nos pusieron la primera botella, brindamos rapidito y nos lanzamos a buscar comida, como en la época de "el último que llegue es...". Coño, que desilusión tan grande: el vinito era unos de esos baratones de mesa y las carnes, casi todas estaban demasiado cocinadas. De paso, hay que agregarle el hecho de que andaba con "EL CHEF". No fue un barranco de esos que uno se da sólo, sino que de paso me llevé a Sumo. Ja,ja. quedé como el chiste aquel de ¡Que pena con ese señor!. Claro, él de lo más portadito no se puso a criticar (sólo lo obvio como el chiste de provoleta que nos dieron o el asado de tira que parecía más bien un pedazo de carbón). Ya al final nos bebimos todo el vino que nos correspondía y gozamos hablando más paja que un libro de tercer grado. Como a ninguno de los tres le gusta hablar... Por suerte, la vida tienes otras cosas buenas que compartir, aparte de una buena mesa.

Ya le prometí que el año que viene sólo lo llevo a algún sitio que ya haya visitado antes.