domingo, septiembre 03, 2006

Venezuela Parte III

Estos últimos días han sido de cine, lectura, más amigos, más comida, algunas compras (trajes de baños, ron, chocolates, etc.)

El viernes traté de hacer un trámite como cualquier hijo de vecino. Todos dicen que es fácil sacar la cédula de indentidad en esos operativos, pero la verdad es que a mi no me parece. A lo mejor ya he perdido la paciencia. Se suponía que el operativo empezaba a las 11 de la mañana y llegué un poco antes. Ya la cola era larga, pero igual me quedé. Traté de abstraerme del hecho de que estaba en la calle parada, llevando sol y tragando humo de los carros. Traté de imaginarme en la playa, en un velero navegando, pero no. Demasiada realidad. Lo cierto es que cuando me di cuenta de que tenía más de dos horas, sólo dos computadoras y alrededor de 60 personas delante de mi o lo que es peor, sólo 20 menos de las que había cuando llegué, decidí mandar la cédula al carajo. Después dicen que a uno le encnata una palanca, pero caray ¿qué vamos a hacer? Algún día encontraré a un alma caritativa que me la quiera renovar sin tanta vaina. En la tarde visitamos a Irene y fuimos a comer bombones a Kakao. Esos bombones de té de lavanda o flores de jazmín son una delicia.

El sábado almorzamos en casa de Biella y Álvaro y cenamos con Salvador y Adriana. El domingo tuvimos un día bastante movido. En la mañana nos fuimos hasta Ávila Mágica en teleférico. Tenía aañooos que no hacía ese paseo. De hecho, no conocía los carritos nuevos. Así como en Miami me encantan los paseos por la playa, en Caracas, el Ávila me embruja. Esa sensación de tanta naturaleza en medio de la jungla de concreto me fascina. Además, cuando uno llega a la cumbre y puedes ver de un lado el mar y del otro la ciudad es demasiado. Después de llamadas van y vienen entre Pocho y Pelusa, su hermano, por fin decidimos montarnos en los jeeps que van al pueblo de Galipán para llegar a casa del primo de ellos, Alejandro Ribalta y su esposa Dad. Dad, junto a su papá, construyó una de las casas más bellas que he visto. Una mezcla perfecta entre naturaleza y modernidad, los rústico y lo moderno. Una vista preciosa y una terraza de madera que lo hace sentir a uno como si fueras del jet set. De paso, el día estuvo bellísimo, así que la pasamos rico.

En la noche salimos a cenar en Mocambo con Adriana Famiglietti y luego se nos unió Laureano Delgado. Creo que todos estábamos súper cansados, pero un buen chisme es el mejor levantamuerto que existe, así que nos quedamos hasta que hicimos el recorrido completo: amigos, conocidos, farándula, país, trabajo, planes.

Hoy me regreso y como siempre, quedan muchas cosas por hacer. Pero así es, siempre debe quedar una razón para volver.

1 Comments:

At 7:55 p. m., Blogger Victoria said...

Hola amiga,
Yo me aguante mis dos horas de cola, a pleno sol y tragando humo, como bien tu dices y cuando llegue se estropeo la maquina plastificadora, lo que me hizo esperar una hora mas. Pero yo me prometi tomarme la vida con soda en mi visita a Caracas, asi que sali con mi cedula renovada, bronceada y hasta me comi un raspado de carrito con leche condensada.
Un beso

 

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