lunes, julio 09, 2007

Mi telefono y yo

¡Que angustia, Dios mío! Hoy me he dado cuenta que estoy obsesionada con mi teléfono. No es que sea adicta a interminables conversas telefónicas. Para nada. Lo que pasa es que se ha convertido en un instrumento básico de trabajo. Más que básico escencial.

Yo tengo dos trabajos, mis hijas y esposo en Miami y el resto de la familia en Venezuela. A veces trabajo en algún rincón de Telemundo que va variando cada cierto tiempo y con él su respectivo número de extensión telefónica. Otras veces trabajo desde mi casa y otras en la radio, donde puedo estar en mi puesto o en el estudio. El problema es que la mayoría de las personas que necesito contactar para alguno de los dos trabajos, no pueden saber en dónde estoy en el momento en que me van a contestar una llamada.

Pero además, con tanto ajetreo de un lado a otro, de vez en cuando dejo algo donde no debo. Sin embargo, que se me quede el almuerzo es reparable, lo peor que puede pasar es que pase un poco de hambre mientras tengo tiempo de para a comprarme algo. Si se me queda el sueter, aguanto algo de frío o le pido a alguien que me auxilie. Se me ha quedado la tarjeta que abre todas las puertas de la oficina y me prestan una provisional, pero la idea de que se me quede mi teléfono donde me pueden localizar con la rapidez que requiere un programa en vivo y donde tengo los datos de un gentío, me produce un sobresalto increíble. Ni hablar de la sensación de que se me vuelva a caer en el baño.

Lo peor, lo que más me asusta es darme cuenta que he pasado a ser esclava de un adminículo. El otro día leía una entrevista que le hicieron a Antonio Banderas donde él contaba que no tenía celular. Entonces me puse a pensar que debe ser divino darse el lujo de no tener uno, que el mundo espere por ti. Sin embargo, mientras sea yo quien espera por el mundo, me la paso con el susto de que se me pierda o se me quede en algún lado.

Por cierto, esto está buenísimo: los diez mandamientos del teléfono celular. Esta en inglés pero está bueno.

http://www.infoworld.com/articles/op/xml/00/05/26/000526opwireless.html

3 Comments:

At 4:28 p. m., Blogger Alegoria said...

Jajaja, me temo que esa enfermedad tiene mala cura. Mejor no lo pierdas.

 
At 5:21 a. m., Anonymous Anónimo said...

En nuestras últimas semanas en Miami antes de partir a Londres, mi mujer y yo no tuvimos celular, ya que faltando tan poco para el regreso no creímos necesario renovar contratos. Y vivimos de lo más bien, y sobrevivimos mucho mejor de lo que esperábamos a la falta de ese aparato, pero luego en Londres volvimos a tener móviles y nos acostumbramos de nuevo a usarlos para cualquier cosa (incluso a veces como reemplazante del portero eléctrico para entrar a la casa)

 
At 6:47 a. m., Blogger Irene Ruscalleda said...

Como buena fan de Jack Bauer y 24 horas (no se si sigues la serie!), entiendo por él lo que puede significar perder el teléfono o dejarlo olvidado!!! es que mi querido Jack se volvería loco!!!! jajajajajaja

El tipo de trabajo que tienes no es fácil, vas de un sitio a otro y nadie sabe donde estás, para tí es un instrumento de trabajo y de vida!

Los mandamientos que mandas están buenos :D

Un saludo!!

 

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