sábado, enero 27, 2007

Despues dicen que soy llorona


El martes pasado anunciaron los nominados al Oscar y tal y como lo deseaba, Adriana Barraza, la maestra, fue nominada como mejor actriz de reparto.

La conocí durante el taller de escritores, un día que llegué a clases llena de prejuicios. Desde el principio nos insistieron con que debíamos usar un lenguaje neutral al escribir para que todos entendieran, pues nos dirijimos a un público diverso, y yo que soy amante y defensora de mi lenguaje cotidiano lleno de modismos, me resistía a creer que uno pueda expresarse de una forma adecuada en un formato coloquial como es una novela con un lenguaje neutro. Ni siquiera me convencían con el tema de la diversidad porque gracias a las telenovelas he aprendido colombiano, mexicano, argentino y hasta portuñol. He disfrutado enormemente la forma de hablar propia de cada localidad, tanto como el cuento mismo.

Sin embargo, la maestra Barraza nos llegó con una historia para explicar el por qué de ese neutro, por qué el mexicano no está acostumbrado a otros acentos, cómo podemos ser coloquiales sin ser específicamente locales. Fue una clase interesante, que aunque no me hizo perder ni un poquito de gusto por el lenguaje local y coloquial, si me hizo ganar mucho respeto por lo que llaman el lenguaje neutro. Pero en realidad lo que más me llamó la atención de ella fue esa manera de enseñar. Es como una de esas maestras dulces, cariñosas que se meten a los alumnos en el bolsillo y uno siente como que regresó a la primaria. Por eso es que aunque es actriz, productora, directora, todos la llaman "maestra".

Cuando la vi actuando en Babel, lo primero qe me impresionó fue no reconocerla. Amelia es una señora tan diferente a Adriana que no se reconoce a primera vista. Amelia es una matrona morena con muchos kilos demás. Pero luego me atrapó su actuación. Lloré con su desesperación y su dolor. Me impresionó tanto que le propuse a Elí entrevistarla en la radio. Hablé con Arnaldo Pidke, su esposo y manager, los dos fueron muy amables y se dio la entrevista. Con toda la humildad del mundo asumió los halagos y con entusiasmo de principiante acarició la posibilidad de que la nominaran a algún premio. Luego, cuando la nominaron a los Globos de Oro nos volvió a atender en medio de su apretada agenda desde Los Ángeles. De nuevo, la amabilidad de Arnaldo y la sencillez de la maestra hicieron posible unos minutos de interesante conversación para nuestras audiencia tanto en Caracas como en Miami.

Pero pensarán que aparte de llorona soy loca, porque empecé con un título y me fui por las ramas, pero el asunto es que el día de mi graduación, todos se rieron porque lloraba de la emoción cada vez que entregaban un reconocimiento y ni hablar de cuando me dieron el mío. Todos, pero especialmente Susana se rieron. Pues el martes, cuando anunciaron los nominados al Oscar, estaba en Telemundo y enseguida se regó al noticia como pólvora. En todo el pasillo se escuchaba a la gente comentar la nominación de la maestra. Hasta mandaron unas cámaras a su casa para entrevistarla. A mediodía pasaron la entrevista en Cotorreando y todos estaban pegados de las pantallas, oyéndola hablar entrecortado, llorando a moco suelto. Claro, ustedes dirán que no hay punto de comparación entre ganarse un contrato para publicar un libro y ser nominada al Oscar, pero no fueron las lágrimas de ella las que me dieron risa, sino que cuando sentí que se me aguaban los ojos, me paré a ver la entrevista con otros y en todas partes estaban con los ojos llorosos o hipeando y siguiendo por el pasillo, allí la encontré, la Susana Miguel tratando de secarse las lágrimas. La agarré infanganti. ¡LLORONA!

domingo, enero 21, 2007

Caramelos en Miami

El jueves fui a un concierto de Caramelo de Cianuros que es parte de los eventos que patrocina Jack Daniels y que organizan Daniel García y Luis Sanabria. El miércoles estuvieron en el programas los integrantes del grupo y como Elí iba a presentar el concierto, nos invitaron a todos.

Así que salimos del programa, nos paramos en Plaza a comer y nos fuimos a The Pawn Shop en Down Town, Elí, Héctor y yo. En la entrada nos encontramos a Alicia y cuando íbamos a entrar, como siempre, nos hicieron llenar unas tarjetas para la rifa de una guitarra, que en realidad es para tener tu email y mandarte publicidad, pero igual termino llenándolos. Alicia le pregunta a la muchacha que qué pasa si ella se va antes de que hagan la rifa y le contesta que si no está, la vuelven a rifar.

Yo no conocía el sitio pero me pareció de lo más rico. Es uno de esos antros como los que frecuentaba hace años y a los que es sabroso volver de vez en cuando. Entre el ambiente, la música, los amigos y los chismes pasamos el rato antes del concierto. De vez en cuando nos movíamos como quien quiere bailar, pero nunca lo hicimos realmente. Probamos varias versiones del Jack Daniels y saludamos a cuanto pana nos encontramos por ahí. Apenas empezó el concierto, Alicia huyó por la derecha y aunque nos dijo que era porque tenía que irse a Aventura, sospecho que no tenía la menor intención de quedarse escuchando el grupo. Entre las canciones de Caramelos, el ambiente íntimo y la cantidad de chamos venezolanos, recordé la época en que Sandro Famiglietti tenía El Mirador en Los Caracas y organizaba aquellos conciertos buenísimos con vista al mar.

Al final a Elí le toca despedir y rifar la guitarra, detalle que me perdí en el concierto de Cerati. Se suponía que también estaban rifando una allí firmada por mi amorcito Gustavo, pero que yo sepa, no lo hicieron. En fin, el asunto es que viene la rifa y una mano inocente saca una tarjeta y... justamente llaman a Alicia De Pedro!!!! No saben lo que me reí recordando a Alcia preguntando que pasaba si se iba temprano. Y tal como le habían dicho, la volvieron a rifar.

Tenía rato que no tenía una salida de estas y la verdad la pasé muy bien. Sorry, no tengo fotos, pero seguro las pueden ver en la página de Rumba Miami.

domingo, enero 14, 2007

A Fernado "Pelusa" Serra




Hoy estuvieras cumpliendo 44 y no sé realmente qué quiero decir en este post, pero estoy segura que hasta que no saque este dolor, hasta que no lo escriba, no voy a poder escribir más nada. Ya han pasado 20 días y cada uno de ellos he pensado en los por qué, si podíamos haber hecho algo, si supiste lo que te queríamos, si sabes la falta que nos haces.

En un capítulo de Six Feet Under, una cliente de la funeraria, en medio de su dolor le pregunta a Nate ¿Por qué la gente tiene que morir? y él simplemente le contesta "Para hacer la vida importante". Esa línea de un guión de una serie de televisión, en labios del director de una funeraria que tiene miles de frases hechas como esas para sus clientes, se ha convertido en huésped constante en mi cabeza. Entonces me pregunto miles de cosas, algunas absurdas, algunas banales, pero son miles de preguntas que me hacen revisar mi vida, para luego terminar preguntándome qué es lo que realmente vale la pena.

No sé que más decir... sólo sé que tus sobrinas, tu hermano y yo, te recordaremos siempre y daremos gracias por haberte tenido en nuestras vidas. Te dejo mis oraciones y que Dios te tenga a su lado.