jueves, agosto 31, 2006

Venezuela parte II

Cada vez que vengo a Venezuela hay una especie de convulsión. Ojo, no es que yo provoque tales reacciones en mis compatriotas, es que Venezuela sufre de convulsiones crónicas. El tema de esta visita, o más bien, el eterno, es político. Llegué a pocos días del lanzamiento de la candidatura de Manuel Rosales y el retiro de casi todos los candidatos de la oposición, en favor de una candidatura "única". Sólo que no contaron con el pequeño detalle de que a última hora aparecieron más de veinte que se inscribieron. Parecen al tristemente recordado chiripero que llevó a Caldera a la presidencia por segunda vez. Eso significa que si el CNE no da señas de garantizar la transparencia de las elecciones y la oposición decide retirarse del juego, Chavez tendrá más de 20 opositores que nadie conoce pero que le darán respaldo "legal" al proceso.

Por otra parte, cuando todo parecía indicar que por fin que los esfuerzos se iban a canalizar en la campaña, planes de gobierno y condiciones mínimas para ir a elecciones en diciembre, irrumpe el gordo Juan Barreto, Alcalde Mayor de Caracas con dos episodios dignos de la más enrevesada tragicomedia. El primero, el comportamiento grosero y ordinario contra los alcaldes de oposición en una reunión abierta a la que asistieron familias completas con niños y todo. En Venezuela, los mensajes a través de los medios de comunicación, deben ir precedidos por una especie de guía donde se indica al público al cual va dirigido, qué tipo de lenguaje se usa, si contiene violencia, sexo y si pueden verlo los niños sin la presencia de sus padres o representantes. Además hay limitaciones de horarios por tipo de contenido. Sin embargo, Juan Barreto tiene derecho a dirigirse al público en el lenguaje que le de la perra gana, fomentar toda la violencia que le provoque y llamar putrefacta a la clase media, porque para eso es alcalde y del oficialismo, para más señas. Dicen que hasta escupitajos y golpes hubo detrás de cámara. Como si eso no fuera suficiente, luego oficializó una de sus grandes amenzas. Decretó la expropiación de los campos de golf de Valle Arriba y del Country Club para construir viviendas para la gente pobre (que tienen que votar en diciembre y desde hace siete años están esperando la casita que le prometieron). Mientras los analistas dan razones por las que el decreto es inviable, efectista o inconstitucional, hay convulsión entre los diferentes sectores del chavismo y a los simples mortales de la clase media lo que nos queda es hacer chistes, reirnos, burlarnos.

En este viaje también he aprovechado de encontrarme con mis amigos queridos. El lunes me reuní con María Angélica en casa de Annelie, mi anfitriona oficial. La pobre, desde que se compró este apartamento grande y bien situado, no ha dejado de calarse a esta visitante.

El martes fuimos a casa de Adriana y Fabián (quien supuestamente me va a mandar fotos) y nos quedamos como hasta las 2 de la mañana. Podíamos haber amanecido hablando, pero en algún momento recordé que no todos estábamos de vacaciones. Lo que pasa es que los cuatro hablamos más paja que un libro de tercer grado y mientras haya vino o cualquier otra cosa rica para acompañar, los temas no se agotan. Entre pornernos al día con lo que ha pasado desde la última vez que nos vimos y los planes próximos, pasando por los amigos, chistes y la eterna búsqueda de la solución a los problemas del mundo; se pasa el tiempo sin darnos cuenta.

Anoche nos fuimos a cenar a Sibaris, el nuevo restaurant de Sumito Estévez y Héctor Romero. Me da rabia sonar a cliché, a moda, pero es inevitable. No puedo decir lo contrario porque todos los que lo han dicho o escrito, tienen razón. El restaurant es una experiencia maravillosa. La comida es deliciosa, lo cual es otro lugar común viniendo de este par, y desde que entras te hacen sentir VIP. La amabilidad del personal es parte integral de la velada. Te explican con detalles todo lo que quieres saber del menú o del local y están pendientes de todo. Por supuesto que conocer al chef es una ventaja, pero en este caso, los muchachos no lo sabían cuando nos recibieron como si vinieramos en el Ferrari que estaba estacionado en la puerta. Aparte, el ambiente es divino, desde el diseño hasta la música de fondo. Yo me dí el lujo de comer un menú escogido por el chef, así que la incógnita de qué vendrá le agregó una magia muy especial a la velada. Una aperitivo y tres platos a base de pescados y mariscos con sabores y texturas diferentes y contrastantes me mantuvieron embrujada todo el tiempo. Me gustó, además, el detalle de la cocina abierta. Trabajar en la cocina de un restaurant es estresante y sin embargo, estos jóvenes que están en exhibición, parecen bailarines de ballet: trabajan con una gracia y una pulcritud que sólo ellos saben el esfuerzo que están haciendo. Al final, nos quedamos hablando un rato con Sumo y Héctor como si estuviéramos en la intimidad de la casa porque así se siente ese espacio tan acogedor que normalmente se usa para tomarte algo mientras esperas. Definitivamente, Sibaris es un lugar obligado en Caracas para el que le gusta la buena mesa.

Hoy pasé por mi antiguo hogar: la oficina de Unicef. Encontré varias caras nuevas, otras conocidas, pero siempre la extraña sensación de volver como invitada a lo que fue tu casa. Es como verse desde afuera, sin embargo no puedo evitar pasar y saludar, aunque sea por un ratico. También es parte de mi rutina.

Para esta noche no hay planes especiales, pero todavía falta mucho por hacer.

domingo, agosto 27, 2006

Venezuela Parte I

Aquí estoy otra vez. Segunda visita a Venezuela en este año. Esta vez vine sin planes específicos, solamente a cargarme de energía, cariños y mimos. Es asombroso como uno se pasa el suiche y se adapta rapidito y hasta combina las dos vidas. El viernes lo pasé medio aporreada. La noche anterior casi no dormir tratando de dejar todo en orden y me levanté a las 6:30 de la mañana para llegar con tiempo al aeropuerto por esto de las nuevas medidas de seguridad. Pero entre el pequeño retraso del vuelo y la gran eterna e infernal cola de Caracas, llegamos a casa de mis suegros a las 4:30 pm. Almorzamos y nos fuimos a casa de Annelie, nuestra anfitriona oficial. Todavía no habíamos terminado de llegar cuando empezaron los planes. Esa noche acompañamos a Biella Da Costa y Álvaro Falcón que iban a tocar en un sitio en La Boyera e invitamos a Darío, el hijo de Pocho, que se acaba de graduar de abogado. No teníamos ni 24 horas en la ciudad y ya retomamos la rutina caraqueña.

Ayer nos vinimos a Valencia a visitar a mi familia y nos fuimos a almorzar las tres hermanas, mi papá, mi mamá, Dante, Pocho, Camila y Rolando.

Entre las cosas más importantes para mi cuando vengo están: comer con mi familia y mis amigos, salir a sitios sabrosos, hablar mucha paja, leer todo lo que pueda y ver todo el cine que pueda, al menos lo que no se ve allá.

Esta vez me encontré con la sorpresa de que me habían comprado tres libros: uno de Carolina Espada, "La Telenovela en Venezuela" que ya lo leí de pe a pa; uno de Frank Quintero "ZenTao", que tiene buen tamaño para el trayecto de regreso y otro de mi siempre querido Leonardo Padrón "Los Imposibles" que es gordote pero ya comencé pues es una recopilación de entrevistas y uno puede ir una por una en el orden que sea. Lamentablemente, le faltan 13 páginas de la entrevista a Miguel Bosé, así que lo voy a tener que dejar a ver si mi mamá logra que se lo cambien sin factura.

Luego nos fuimos al cine a ver Francisco de Miranda,una perlícula de Diego Rísquez con guión del mismo Leonardo basada en la vida uno de los héroes de la independencia de Venezuela. Me llenó de nostalgia encontrarme en la pantalla a tanta gente conocida.

Hoy cumplimos con otro de los ritos familiares: el sancocho dominguero que preparamos entre mi papá y yo. Aprovechamos de cantarle cumpleaños a mi sobrino Ricardo y de tomarnos una foto con todos los que estaban en casa, ya que justo hoy mi mamá tenía en una sesión fotográfica con Víctor Hernández, para la próxima feria del libro.

Lamentablemente, se me quedó el cable de la cámara para pasar la fotos, así que se las debo, a menos de que consiga uno prestado.

jueves, agosto 24, 2006

21 añitos

Hace 21 años a esta hora, estaba tan cansada como lo estoy hoy. Claro que me acuerdo clarito, porque ese día me casé con Pocho y después de tanto ajetreo de preparativos, más el acto en sí, que fue más largo que una procesión, y la fiesta, a esta hora estaba muerta de cansancio. Claro, el de hoy es porque estuvimos planeando durante meses qué hacer para celebrar el anivesario y a última hora se nos ocurrió cambiar todo para irnos a Venezuela. Y a pesar de que siempre nos prometemos un viaje simple, indefectiblemente terminamos haciendo compras, aceptando encargo y llevando más ropa de la que usamos.

Pero en realidad, lo importante aquí es el aniversario. 21 años se dice fácil, pero vivirlos con la misma pareja no lo es. Eso es como correr un maratón. Mucha gente me pregunta la fórmula y yo no tengo ni idea, pues además, somos polos opuestos. Tanto así que cumplimos años, exactamente con seis meses de separación. Como todo el mundo, hemos pasado por altos y bajos. Eso si, en nuestro caso, al menos, aburrido no ha sido. Hace 21 años, él estaba comenzando con un grupo de rock con el que hicieron giras por toda Venezuela y yo estudiaba comunicación social en la Universidad Católica Andrés Bello. Vivíamos como hippies aburguesados de lo poco que él ganaba tocando y lo mucho que nos regalaban nuestros padres.

Desde entonces, nos hemos mudado como diez veces y hemos vivido en cinco sitios diferentes. Hemos emprendido cualquier cantidad de proyectos y hemos dejado atrás miles de ideas. Hemos cambiado mucho desde entonces, pero algunas cosas siguen intactas:
Todavía me hace reir.
Todavía discutimos por las mismas pendejadas.
Todavía tenemos la esperanza de que el otro deje alguna de esas manías fastidiosas.
Todavía seguimos aplicando las mismas fórmulas de reconciliación.
Todavía salimos solos.
Todavía nos decimos cursilerías.
Todavía miramos embobados a nuestras hijas y nos asombramos de lo bellas que nos quedaron.
Todavía nos prometemos que ahora si nos vamos a formalizar y dejar de inventar.
Todavía jura que él es el hermano mayor de todas mis amigas y se mete en sus vidas.
Todavía me soborna para que no vaya a trabajar y me escape con él.
Todavía me cela y me espía.
Todavía caminamos agarrados de la mano.
Todavía soñamos despiertos con lo que vamos a lograr algún día cuando maduremos.
Todavía nos amamos.

miércoles, agosto 23, 2006

PASE!!!


Estoy más contenta que reina de belleza. A pesar de que en las evaluaciones contínuas todo parecía marchar bien, los nervios no salían de mi estómago y las dudas paseaban por mi cabeza como Pedro por su casa.
Nos citaron a las 6 pm en el college y allí estábamos. Había una salita con algunos pasapalos y bebidas (sin licor porque está prohibido). Todos nos saludábamos con la misma cara de nervios. Algunos comían de pura ansiedad, otros no podíamos dejar de reirnos. Hasta último minuto seguían las apuestas y las fotos indiscretas de Susana.
Por fin, una hora después, nos hicieron pasar al auditorio, nos mostraron un video con fotos nuestras y de los profesores desde el primer día, palabras de unos y otros y finalmente nos llamaron por orden alfabético. Nos entregaron una carpeta con un certificado, una hoja de evaluación y un sobre cerrado con el nombre. Nos pidieron que no lo abrieramos hasta el final.

Yo no podía esperar, así que apenas terminó la tomadera de fotos, salí corriendo con Pocho, Ana María y Héctor a la puerta a abrir el sobre. Lo primero que leí fue la palabra felicitaciones y pegué un mini grito que ahogué enseguida para poder asegurarme. Lo leí de nuevo con calma porque no se puede confiar en los nervios, la rapidez y los lentes de contactos que no se ajustan a la incipiente presbicia. Y en efecto, fui invitada a la segunda etapa del Taller de Escritores Telemundo 2006. Lo que no entendí fue por qué me pusieron en ¨la boleta¨que no debo hablar tanto en clases con los compañeros ¿Hablar yoooo? De ahí en adelante los demás se fueron animando y abriendo sus sobres.

Lamentablemente, ya sabíamos que no todos podían pasar y eso nos arrugó el corazón, especialmente por aquellos que tenían mucha ilusión. Así que entre risas, comentarios, chistes y brindis, pensábamos en los otros. A lo mejor a las reinas de belleza les importa muy poco que eliminen a las demás, pero esto es diferente.
Igual, sigo disfrutando de la felicidad del momento y doy gracias de nuevo por esta experiencia que me ha tocado vivir junto a gente maravillosa. ¡Felicitaciones a todos!.

martes, agosto 22, 2006

Yo creo

Yo parto de un principio de que cualquier cosa que no se pueda comprobar, es posible. Supongo que si no puedes comprobar que existe, tampoco se puede comprobar que no existe. y jústamente por curiosa, me encanta todo lo raro, lo intangible, lo esotérico.

El lunes tuvimos una sesión de meditación guiada con Bertha, una compañera del curso de escritores que además es sicóloga, espelcializada en parasicología. La idea es ir adentrándonos en el tema de los viajes astrales, regresiones, etc. Esta vez, llegué hasta verme rodeada de amigos muy queridos en un velero. Floté y me encontré con mis abuelos, pero el ejercicio terminó justo cuando estaba en plena diversión. Para la próxima, quiero intentar regresar a otras vidas por pura curiosidad. Ya les contaré

domingo, agosto 20, 2006

¡Sorpresa!

Olga llegó a Miami como una semana después que yo. Era mi vecina de enfrente. Enseguida empezamos a intercambiar saludos en la calle, después conversaciones sobres los respectivos perros, sobre el condominio, sobre los vecinos, la inmortalidad del cangrejo... hasta que nos hicimos amigas. Ella es de las que habla con todo el que le pasa por enfrente, se ríe de todo, disfruta todo, hace bromas sobre todo. Así que mi primera impresión fue que esa boricua estaba loca de metra.
A Gustavo lo conocí en nuestro negocio. Siempre iba a comer y casi siempre andaba con la cara amarrada. Pero luego me di cuenta que la seriedad era pura apariencia. Ese maracucho también estaba loco.
Un día Olga y Gustavo se empataron, se mudaron juntos, tuvieron un bebé y unos meses después nos invitaron al bautizo de Eduardo Alejandro. Sin embargo, en medio de la celebración, de repente Olga va al baño y nadie lo nota, sacan los regalos del bebé de la mesa, la música de bailar se convierte en la marcha nupcial y sale Olga vestida de novia. Sin que nadie se lo esperara, se casaron. Las caras de la gente, la llamadera por teléfono para echar el chisme a los que no habían llegado, las risas y los comentarios llenaron el salón de fiesta por horas. Como siempre, gozamos una y parte de la otra en la fiesta y quedó probada mi teoría: Olga y Gustavo son un par de locos.
Lástima que esta vez no llevé la cámara. Tendré que esperar a ver si alguien me manda fotos.
¡Felicidades, se merecen lo mejor del mundo!!!

sábado, agosto 19, 2006

Dios los cria y ellos se juntan

Betsy, la cumpleañera y yo

Yo tengo una colección de amigos que son unos personajes. Cada uno con una característica muy especial. A veces somos muy afines, a veces nos atraemos por opuestos. Entre esos personajes, tengo un renglón de amigas despistadas lideradas por mis queridas Antonieta, Annelie y Betsabé. Las tres van ahí ahí, dándo la pelea por el primer lugar. Por supuesto, yo nunca me incluyo en esa categoría. Mis deslices son productos del estrés, no porque genéticamente tenga una fuente directa en mi madre.

Anoche visitamos a Betsabé que estaba cumpliendo años y en medio de la habladera de paja, los vinitos y las risas, de repente se me queda viendo y me dice: ¡Que lindo tus zarcillos! ¿Por qué son diferentes?. ¿Cómo diferentes? le pregunto yo tocándomelos. "Si, son como del mismo juego, pero no son iguales" Empiezo a palpar y efectivamente no son del mismo tamaño, por lo tanto no son iguales ni del mismo juego. Yo me quedo pensando en qué pasó ahí y me pregunta para qué me compré dos juegos de zarcillos iguales. Entonces fue cuando me dí cuenta del detalle. En realidad unos son de Victoria y los otros me los regaló Rosa el día que regresó a España. Luego me quedé recordando las caras de las dos y la conversación medio ionesca, hasta que llegué a la conclusión que a lo mejor yo si pertenezco a esa categoría y por eso tengo tantas amigas queridas iguales.

viernes, agosto 11, 2006

Uno largo sobre Cerati, Eli y muchos años de mi vida


Ayer cumplí 5 años en Miami. Paradójicamente, lo celebré con una de las cosas que más me recuerdan mi vida en Venezuela: un concierto de Gustavo Cerati. De paso, junto a Elí Bravo, a quien solía encontrarme religiosamente en todos los conciertos. Tanto Gustavo como Elí marcaron una etapa muy importante de mi vida y me han acompañado desde que era un chama hasta mi ... "madurez". A Cerati no lo he dejado de escuchar desde la primera vez que lo vi por televisión. Era su primer viaje a Venezuela con Soda Stereo. Para entonces un trío desconocido de argentinos con pinta de punks ingleses. Eso si, muy interesantes.

A partir de entonces lo he seguido en su transformación camaleónica que me hace esperar con ansias el próximo experimento. Desde lo más tecno hasta los 11 episodios sinfónicos, pasando por el rock más simple, todo forma parte de mi colección. No les niego que sufrí cuando se desintegró Soda Stero, fui al último concierto, grité, cante, brinqué y luego me quedé con un vacío terrible, hasta que el día menos pensado volví a gritar, cantar, brincar con su primera gira como solista de su disco Bocanada.

Yo estaba embarazada de Gaby cuando me enganché con Soda Stereo y hoy 20 años más tarde, fui con ella, Vicky, Pocho y una pandilla a continuar con el culto. Por cierto, vale la pena parar acá para agradecer al portorro por las entradas que nos regaló, pues hizo posible que se expandiera el grupo. Señores, olvídense de Ricky Martin, Carlos Ponce, Luis Fonsi... George ¨Pongy" Major es EL BORICUA del año!!! Gracias, Pongy.

Esta vez, Cerati nos sorprendió con un trabajo super roquero con toques ochentosos. Divino. Por suerte Pocho me lo había traído de Caracas y ya me sabía todas las canciones. Yo, pensaba que por estos lares yo iba a ser una de las pocas que se sabían las canciones de "Ahí vamos" pero no. Comenzó el concierto con "Al fin sucede" y apenas tocó el intro, arrancó el coro del público: "Ya estoy un poco harto de entrar en tus juegos de mente..." Casi no tocó canciones de Soda y mucha gente lo lamentó, pero creo que es justo que él quiera consolidar su imagen de solista, aunque gran parte de las canciones del grupo, sean de él.

Me llamó la atención el rango tan amplio de edades, lo cual indica que se ha convertido en un clásico. De hecho fue divertido ver que cuando tocó Ecos, una canción de hace 21 años, chicas que deben tener más o menos esa edad empezaron a gritar eufóricas. Sin embargo, cuando tocó Prófugos, también de los ochenta, el teatro se vino abajo. Elí y yo nos vimos las caras, el propio flash back a los días de universidad y las noches de "Partycular". Algo nos hizo reir muchísimo, cosas de Miami, en vez de ver a las mujeres como locas montándose en la tarima y lanzándole sostenes como estamos acostumbrados, fueron dos tipos los que se montaron histéricos tratando de tocarlo. ja,ja,ja.
Por cierto, mucho acento venezolano entre el público. Me atrevería a decir que más que argentinos. De hecho, varias caras conocidas, entre esas, Daniel García de Rumba Caracas y Rumba Miami, quien "por razones de trabajo" no se pela una. En fin, un concierto que me recordó a mi país y sobre todo que este es un sitio geográficamente estratégico porque nunca te desligas completamente. Son 5 años de lo mejor de ambos mundos.

Nos fuimos en dos grupos y nos encontramos allá. Cuando llegamos me dice Gaby que vio a Elí por ahí y a los dos minutos me lo tropecé. ¡Que rico! Teníamos como un mes trantando de vernos y de nuevo la casualidad decidió. Andaba solo y sin puesto, así que se vino con nosotros. Elí es uno de los ídolos de mi juventud, ja,ja.

La primera vez que lo vi era el nuevo presentador de Sonoclips. Era, como explicar... la antítesis de la imagen de un presentador de televisión: flaquito, esmirriaíto, con la cabeza llena de rulos y una voz finita. Al principio la gente preguntaba qué hacia ese carajito en la televisión. Sin embargo, Elí tenía algo que enganchaba y no cambiabas el canal. Estudiaba en la misma universidad que yo, pero fue años después cuando comenzó la amistad.

Lo seguí como fan por la radio especialmente los programas Cualquier Cosa, el Autobús y la Radio Global que marcaron los diferentes períodos de madurez, tanto suya como de nosotros sus seguidores. Leí sus libros y sus columnas y fui testigo del desarrollo del profesional que es hoy. Siempre ecléctico, abierto a las diferentes corrientes tanto musicales como del pensamiento. Siempre divertido, irreverente y absolutamente solidario. Creo que es una de las pocas personas que logran calar en públicos tan diferentes como adolescentes, empresarios, amas de casa. Es de los que se pueden dar el lujo de entrevistar a un Periquito de los Palotes que acaba de lanzar su primer disco y tratarlo con la misma consideración y respeto que a José de Saramago.

Poco a poco, por razones de trabajo nos fuimos encontrando una y otra vez. MIentras trabajaba en UNICEF, siempre estuvo dispuesto a prestar su talento sin cobrar, nos daba espacio permanente en sus programas, nos promocionaba los eventos de recolección de fondos. Hasta que el trabajo dio paso a la amistad. Elí es un hablador de profesión, sin embargo es un tipo con una paciencia infinita para escuchar. Creo que he tenido más sesiones de psicoanálisis con él que con cualquier profesional del área. Durante años se caló mis dudas, mis ansias, mis sueños y cuando me vine a Miami, él, que ya tenía unos años aquí, se convirtió en el perfecto anfitrión. Con él fuimos a conciertos, fiestas, exposiciones. Nos llevó a sitios para bailar, para comer, me presentó gente. En fin,el Elí locutor, periodista, escritor y pana del alma, también forma parte de mi historia, tanto en Venezuela como aquí. Anoche, una vez más, sin hacer ningún esfuerzo, Elí fue parte de un momento significativo en mi vida.

Y ya son 5 años en Miami. Un lustro, un período presidencial (de los de la 4ta. República). He tratado de hacer un balance y no sé si pueda ser objetiva, porque hoy en día, cinco años después, estoy tan feliz con mi vida, mi familia, mis amigos, que el trabajo que hemos pasado, los momentos tristes y amargos, los de miedo, los de peladera; los veo de lejos como si fueran parte de una película. Todavía no he logrado todo lo que quiero, pero si una cantidad de cosas que no estaban en el plan original y han sido muy satisfactorias. Estoy feliz de ver a mis hijas tan bellas y desenvueltas, especialmente de haber visto la evolución de cerquita, de compartir con ellas como si fueramos amigas. De ver a Pocho, aunque lleno de nostalgias, saboreando el gran logro que ha sido nuestro negocito, su idea. En fin, el viaje que una vez emprendimos sin tener ruta trazada, ni siquiera un lugar específico al cual llegar, se ha convertido en una aventura en si mismo para disfrutar en cada una de las escalas.

miércoles, agosto 09, 2006

Una semana muy especial

Por fin entregué mi portafolios. A mi me gustó la experiencia y el resultado. No es que esté satisfecha. Hubiese querido tener más tiempo para saborear las historias y los personajes, pero eso pasa. siempre hay un momento para terminar e infinidad de posibilidades para hacerlo, igual que en la vida.

Rosa se vino a mi casa por una semana para teminar su trabajo antes de irse a España. A ratos trabajaba cada una en su cuarto, a ratos nos íbamos las dos al patio, otras veces ni nos veíamos. En todo caso, entre tecleada y tecleada, nos tomamos unos ratos de descanso para despejar la mente.

El miércoles, después que llegué del trabajo, nos fuimos a la playa a cenar para despedir a Montserrat que se iba a Zurich. La pasmos rico, el clima delicioso y la comida sabrosita. Después de la sobre mesa, dimos una buena caminata, como solemos hacer cada vez que comemos en la playa.

El jueves si nos quedamos juiciositas en casa. Sólo salimos un rato en la noche a pasear a Phoebe. Pero el viernes tenía un brindis al que no podía faltar. Era una reunión con el equipo de la película Cercanía y la amistad que quedó de esa experiencia ha sido tan bella, que cada vez que hay una oportunidad de vernos, lo hacemos con mucho gusto.

Carlos Cruz y su esposa Clarita








Aquí estoy con Ileana García, Grettel Trujillo y Gilberto Reyes







Manuel Camejo









José Ramón Pérez y Rolando Díaz









Con Edgar Suárez e Ileana









Con Jorge "Tuti" Abello









José Antonio Évora y Grettel Trujillo









Rosa Diego, Antonieta Goncalvez, Pocho, Renato Lombardi y Olguita







El sábado hicimos otra pequeña parada. Era el cumpleaños de mi amiguita, Antonieta. Fuimos a su casa un rato a picar una torta. Como dice la canción "tus más íntimos amigos" Creo que el centro de la conversación esta vez se la llevó la comida argentina. A Laura, David y Pocho de repente les dio especie de nostalgia gastronómica colectiva y contagiaron a todos los demás.

El domingo, lamentablemente le volví a quedar mal a Gilberto Reyes. De verdad quiero ir a ver Palabras Encadenadas, pero el deber me tuvo pegada a la silla todo el día. Este fin de semana, creo que si voy.

El lunes, como siempre, a pesar de que uno cree que todo está listo, empieza la revisadera y a cambiar por aquí y por allá, hasta que el reloj avisa que ya es hora. Entregamos todos y luego nos vinimos a la casa: Rosa, Max, Mercy, Héctor y yo. Una rica parrilla con un vinito para cerrar una semana de mucha tensión y emoción.